| La fuerza de la Emuná y la fuerza del Tzadik Hoy día no tenemos la misma facilidad que tenían nuestros antepasados para ver los caminos de HaShem, Rabbeinu Nachman nos dice que tan solo lo podemos lograr acercándonos al Tzadik y teniendo Emuná en el. Esta historia dicen que es real y que sucedió en la Polonia de los primeros años del siglo XIX. Jaim era un hombre trabajador y con una familia grande, una esposa a quien él amaba, escuchaba y respetaba y 6 hijos. La situación en Polonia no era buena y por más que Jaim trabajaba siempre estaba corto de dinero. Un día, caminaba Jaim por la calle hablando con HaShem y pidiéndole un milagro particular que le permitiera llegar al Shabat con dinero suficiente para comprar un buen pescado y un pollo para que su Sara preparara la comida de Shabat. Él sabía que sin ese milagro, probablemente tuvieran que conformarse con pan y sopa, teniendo incluso que escatimar el vino para el kidush. Caminaba absorto y de repente pateo algo en el suelo, cuando lo siguió con la vista, vio que era una bolsa con dinero, la tomó en sus manos y conto veinte monedas de oro. Agradeció a HaShem, pero enseguida se dio cuenta de que obviamente, esa bolsa pertenecía a alguien y que tendría que devolverla. Se la metió al bolsillo y comenzó a caminar camino a su casa. La tentación era muy grande y mientras luchaba con sus instintos más bajos vio avisos que decían que el conde a quien pertenecia el pueblo había perdido una bolsa con monedas y que recompensaría con 10 monedas de oro a quien la devolviera. Jaim miró a lo alto y pensó, este es mi milagro privado que me ha enviado HaShem! Iré a devolver la bolsa, no tendré que pecar e igual seré un hombre rico. Se desvió del camino a su casa y se dirigió presuroso al castillo del conde. Golpeó la puerta y dijo al mayordomo que había encontrado la bolsa del conde y que venía a entregarla y a recibir su recompensa. El conde bajó las escaleras sonriendo para ver quién era que le traía su bolsa, al ver al Judío su cara se heló, darle a ese Judío 10 monedas de oro era algo que le molestaría mucho hacer, así que rápidamente pensó una solución. Se acercó a Jaim y sonriendo le agradeció su honradez, tomo la bolsa y comenzó a contar las monedas…..17, 18, 19, 20…..Pero aquí hay 20 monedas y yo tenía en la bolsa 40! Gritó el conde. Donde están las otras 20 monedas, sucio Judío? Jaim no sabía qué hacer. El conde le dijo: "Tiemblas? Eso quiere decir que eres culpable! Tienes 48 horas para devolver el dinero, si no te juzgaré y castigaré por reírte de mí" Jaim sabía a ciencia cierta que de forma alguna podía salir bien de ese juicio y mucho menos conseguir 20 monedas que el conde reclamaba, se imaginaba muerto y a su familia desterrada. Llorando se fue a su casa y Sara le preguntó que le pasaba, Jaim le contó la historia y Sara le dijo: "Vete a ver al Tzadik, solo él puede ayudarte" Jaim no dudó y se presentó frente al Tzadik. Este escuchó la historia y le dijo: "Ve mañana a la casa del conde, preséntate cuando esté reunido con sus administradores y dile que tiene razón, dile exactamente "El conde tiene razón"" Jaim se fue a su casa desesperado, Sara le preguntó que pasaba y luego de escuchar le dijo: "Si el Tzadik te dijo que el conde tiene razón, no lo dudes, ve y dile que tiene razón" "Pero el conde me mandará a la horca, no podré abrazarte nunca más" lloró Jaim. A la mañana siguiente cuando llegó la hora de presentarse al conde, Jaim no quería irse, quería disfrutar de lo que él pensaba eran los últimos minutos junto a los suyos, pero Sara fue implacable y caminó junto a él hasta la casa del conde. El mayordomo le hizo pasar y el conde, frente a sus administradores y algunos amigos dijo: "Bueno Judío, has venido a devolverme las 20 monedas? Reconoces que me has robado?" Sara empujó a Jaim y este, tal como le había dicho el Tzadik dijo "El conde tiene razón" En ese momento Jaim sintió que la fuerza y la paz del Tzadik bajaban sobre él y dijo: "El Sr. Conde dice que habían 40 monedas en la bolsa y si lo dice él, debe de ser cierto, pido a Ud. ponga las 40 monedas en la bolsa" El conde se rió y dio orden a su mayordomo de poner 40 monedas dentro de la bolsa, este comenzó a hacerlo, 30, 31, 32 y no entraban más monedas, a la fuerza introdujo otra más, pero nada más. Jaim dijo: "Obviamente el conde es un hombre sabio y siempre dice la verdad, por lo tanto esa bolsa no debe de ser la suya, ya que en ella no entran 40 monedas, siento mucho haberle hecho perder su tiempo y enojarse, me llevaré esta bolsa con las 20 monedas y buscaré a su legitimo dueño" |
No hay comentarios:
Publicar un comentario