| El encargado de los cuentos instructivos es el Rav Daniel, sin embargo, quería compartir este con Uds. y escuchar vuestras refelxiones: "Había una vez un hombre joven, muy delgado y muy solo que pasaba el verano en la montaña cuidando un rebaño de ovejas para ganarse así el sustento. Como era muy humilde vivía en una cabaña que le proporcionaba su patrón sin otra compañia que sus perros pastores. Una noche escuchó como un trueno y a continuación la habitación se llenó de luz, una voz muy profunda llenó toda la alcoba y dijo: "Soy HaShem que quiero darte una tarea, escucha hijo mio con atención. Al lado de tu cabaña he puesto una gran roca, quiero que todos los días, sin excepción, hagas fuerza contra ella" El pastor quedó anonadado y al alba salió de la cabaña para mirar la roca que hacia poco tiempo no estaba allí, era enorme. Acomodó sus espaldas contra la roca y comenzó a hacer fuerza. Obviamente no logró moverla, pero siguió intentando. Así pasaron varios meses, en los cuales el pastor todas las mañanas, luego de rezar y de tomar cuenta de sus animales, apoyaba sus espaldas contra la roca para hacer fuerza como le había sido ordenado. Una mañana especialmente calurosa estaba transpirando contra la piedra cuando el instinto del mal se le apareció. Le preguntó cuanto hacia que se esforzaba contra la roca y de inmediato le preguntó si en todo ese tiempo había logrado moverla tan siquiera un milímetro. Le dijo: "No crees que es tonto hacer fuerzas y cansarte cuando sabes que no la puedes ni podrás mover? Además, si hoy no haces fuerza, tan solo haces como si la hicieras, quien se va a enterar?" El pastor no pudo evitar entender la lógica de lo que se le decía y estaba pronto para a partir del otro día dejar de hacer fuerza. Sin embargo, esa noche, después de rezar, clamó al cielo pidiendo ayuda, confesó lo que había pasado y pidió consejo. De pronto, como aquella noche, la habitación se llenó de luz y la misma voz volvió a dirigirse a el: "Hoy vas a aprender una lección. Yo no te pedí a ti que muevas la piedra, tan solo que hagas fuerza contra ella, si quiero desplazarla lo hago así." La puerta de la habitación se abrió de golpe y el pastor vió que la roca ya no estaba en su lugar ni quedaba nada de ella, ninguna marca. La voz tronó otra vez: "Tu asumiste que yo te pedía mover la roca cuando no fue lo que te pedí que hicieras! Pero no perdiste el tiempo, mírate a ti mismo y recuerda quien eras, a duras penas podías correr a tus ovejas y hoy tienes espaldas anchas, brazos fuertes y piernas firmes y veloces" La luz desapareció y la habitación se llenó de silencio, el pastor salió a mirar la salida del sol con una inmensa alegría en el corazón. Me gustaría mucho escuchar lo que piensan Uds, de esta historia, que enseñanzas sacan de ella y por supuesto ideas de como aprovecharlas para lograr ser mejores. |
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